Entrevista con Tania Ricaldi sobre la transición energética popular y una energía justa

Entrevista Tania Ricaldi GTCCJ

En Bolivia, las energías renovables son todavía muy marginales dentro la matriz energética. La especialista Tania Ricaldi Arévalo nos explica por qué una transición energética popular justa e inclusiva es fundamental para nuestra sociedad y economía. Tania Ricaldi es investigadora del Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón (CESU-UMSS) y del Grupo de Trabajo Cambio Climático y Justicia (GTCCJ Bolivia). El 14 de octubre a las 16 horas Bolivia se presenta su estudio «Sociedad y energía – Construyendo la transición energética desde los pueblos y comunidades. Casos: Brasil, Perú y Bolivia». Aquí encuentras toda la información para participar en ese evento virtual.

Pregunta: ¿Qué son energías renovables? ¿Cuáles son sus características y por qué debería importarle a las bolivianas y los bolivianos?

Tania Ricaldi: «Las energías renovables tienen como principal característica la capacidad de renovarse ya que provienen de fuentes naturales. Y esta capacidad de regeneración, de renovación le da esta idea de que son energías gratuitas, de que son energía ilimitadas. Sin embargo, eso es relativo, porque este tipo de energías, para su aprovechamiento, también dependen de recursos limitados, como materiales, minerales y no minerales, e insumos que son recursos finitos; por ejemplo, los materiales usados en la construcción de paneles solares o de turbinas eólicas o represas. Por tanto no debería pensarse en la renovabilidad como algo absoluto, sino más bien que esta renovabilidad requiere también el uso racional de recursos que provienen de fuentes naturales, y que también tienen impactos en la naturaleza, en los territorios y sus poblaciones, en especial cuando son a gran escala.

Otra característica de las energías renovables es que son generalmente energías locales, lo que permiten la posibilidad de generar un autoconsumo energético, una autosuficiencia energética. Y para los países estas energías son vitales porque potencian escenarios de independencia energética, que es un concepto clave en términos transicionales. Además estas energías renovables tienen hoy una característica muy importante que es la creciente competitividad que están asumiendo, en el sentido fundamentalmente de costos energéticos, que aunque es un tema todavía a trabajar y hay grandes diferencias entre los costos reales de los países, este escenario es una alternativa interesante que debe ser considerada en el mix energético nacional. Además, es una necesidad fundamental para las sociedades y los países, mirar a las energías renovables para la transición energética, en especial en un contexto de crisis climática y crisis energética.»

Pregunta: ¿Cómo es la situación de las energías renovables en Bolivia?

Tania Ricaldi: «En el caso de Bolivia es importante remarcar que las energías renovables son energías todavía muy marginales dentro la matriz energética. Estamos hablando de un cuatro a cinco por ciento de participación de las energías renovables, incluida la energía hídrica, en la energía total del país. Hay una fuerte dependencia de las energías fósiles. Si consideramos lo que es la generación eléctrica, esta participación es mayor, llega al 23 por ciento de energías renovables, pero aún es muy baja. Hay desafíos pendientes en el país en el tema energético.

En ese sentido, si bien las energías renovables, especialmente solar y eólica, han tenido un crecimiento interesante en los últimos años en Bolivia, al parecer esta tendencia no va a mantenerse, no hay una planificación y políticas energéticas que promueva este escenario. De hecho, no hay una planificación y políticas energéticas agresivas, que miren a las energías renovables como una realidad, una apuesta urgente y viable en la gestión energética en Bolivia.»

Pregunta: ¿Qué es la transición energética y cómo se puede aplicar en Bolivia?

Tania Ricaldi: «La transición energética es un concepto muy poderoso y está vinculado fundamentalmente con lo que es el cambio estructural en el sistema energético. Este cambio estructural en el sistema energético nos lleva a discutir incluso lo que son los modelos de desarrollo detrás de esos sistemas energéticos. Este sistema energético tal cual lo conocemos es la base de lo que es el sistema capitalista, de la lógica de crecimiento desmedido, perverso e injusto; un modelo de desarrollo que tiene en el sistema energético un pilar central de su reproducción, que incluyen relaciones de concentración de poder, de riqueza y de acceso a los beneficios de la energía. Por tanto la transición energética requiere transformar las relaciones, cómo se genera, cómo se distribuye, pero además cómo se satisfacen las necesidades energéticas de las poblaciones y las comunidades.

La transición energética significa el repensar, el redefinir lo que es la generación de energía, el uso de la energía, pero también las relaciones vinculados con el poder, la riqueza y la redistribución de esa poder y de esa riqueza, también en el ámbito de la gestión y la gobernanza de la energía.

Cuando se habla de la transición energética muchas veces se habla del cambio de la matriz energética de combustibles fósiles a fuentes de energías renovables. Pero esa, es una visión reduccionista. La transición energética supone una mirada multidimensional integral la que incorpora el debate social, ecológico, político, cultural en torno a la energía.

La transición energética supone la generación de una nueva cultura energética capaz de transformar tanto la forma de la generación de la energía como también los usos y los actores en el proceso de la transición. La transición energética requiere que los países, sus sociedades y los Estados, reconozcan la energía como un bien común, como un derecho fundamental y dejar de lado el pensar en la energía sólo como una mercancía que se negocia y que está destinada a satisfacer la demanda voraz de la energía, que hay a nivel mundial o regional. Es un tema de producción pero también de consumo. Hay que romper con esta lógica de pensar en este consumo irracional, este consumo descomunal de la energía que actualmente existe, y que alimenta el gran negocio energético, esta lógica beneficia a unos cuantos y empobrece a los territorios y las sociedades.»

Pregunta: El estudio menciona brechas energéticas. ¿Podrías explicarnos estas brechas?

Tania Ricaldi: «Cuando hablamos de brechas energéticas muchas veces solamente pensamos en la cobertura de la energía. De decir cuánto de cobertura existe en el área rural o en el área urbana. Y muchas veces solamente pensamos en el tema eléctrico cuando hay otros componentes energéticos que hay que considerar, por ejemplo el acceso a combustibles limpios para la cocción, la posibilidad de usos y necesidades energéticas productivas de los diversos actores, el consumo per cápita de las familias, el costo, etc. Estas brechas energéticas se hacen manifiestas en distintos sentidos, uno es sin duda la cobertura, pero otro ámbito importante es qué cantidad de energía realmente están consumiendo las familias. Necesitamos una buena energía para todas y todos, una energía inclusiva, una energía justa y sustentable.

Estas brechas energéticas también están vinculadas a la generación de la energía. Existen regiones que son muy ricas en recursos energéticos; pero, la población de esas regiones, muchas veces, solamente reciben limosnas de la explotación y producción de la energía; por ejemplo, el caso de comunidades indígenas en zonas gasíferas y petroleras. Estas formas de gestión de la energía van generando brechas, se piensa en el negocio que es la energía, pero no en la satisfacción digna de las necesidades y los beneficios energéticos o los costos reales de la energía, es necesario tener esta mirada integral.

Las brechas energéticas, también tienen que ver con el concepto de pobreza energética, pero no solo en términos de consumo energético sino también la pobreza energética que limita las oportunidades de la población. Hacer que la energía genere realmente condiciones de vida dignas para las poblaciones en todos los rincones del país.»

Pregunta: También indicas que las mujeres, juventudes y comunidades indígenas tienen un rol importante en cuestiones de energía. ¿Cómo lograr una equidad y cómo convertirlas en agentes importantes?

Tania Ricaldi: «Cuando se ve la transición energética y en especial cuando hablamos de transición energética popular, un aspecto clave de esta transición es que debe ser inclusiva, no solamente en la ampliación de la cobertura sino también en términos de satisfacción de necesidades energéticas y en términos de participación. La transición energética tiene que estar pensada desde una participación masiva de múltiples actores en el proceso, que permita realmente que mujeres, pueblos indígenas, población joven pueda participar en la definición de lo que son sus matrices energéticas, sus necesidades energéticas, de lo que son sus imaginarios de energía y sus propuestas energéticas. El qué, cómo, para qué y para quién la energía.

El sistema energético es un sistema centralizado, oligopólico, patriarcal, es un sistema que no genera inclusión sino margina a la población, en términos de participación y oportunidades energéticas.

Entonces, el pensar en la transición energética tiene que seguir una ruta, un camino que permita realmente la transformación de las relaciones, por eso hablábamos de la transformación de las relaciones de poder. Donde la mujer, las y los jóvenes, la población indigena sean realmente considerados en la definición de la política energética, en la definición de lo que es la planificación, la gestión energética y en la definición, de un proceso real de gobernanza energética. Esto supone recuperar, valorar y fortalecer la capacidad de agencia, de los distintos actores, del protagonista que debe tener el ciudadano común en lo que es la transición, no solo mirarlo y entenderlo como consumidor.

Pero también, requiere repensar, redefinir la transición en términos de considerar a las mujeres, por ejemplo, no solamente como usuarias de la energía, sino también como proveedoras y productoras de energía, ser protagonistas de toda la cadena energética. Estos son aspectos claves porque al generar ese protagonismo de la mujer, estamos generando también mejoras en las condiciones de vida de las familias, de las comunidades y de los territorios.»

Pregunta: ¿Cómo es la relación de la energía con otros temas fundamentales como la agricultura o el agua?

Tania Ricaldi: «El tema energético no es un tema aislado. En realidad, el sistema energético tiene una fuerte vinculación con lo que es el sistema agroalimentario, pero también lo que son los sistemas hídricos. No solo en el consumo sino también en la producción de energía. Por eso, es necesario que se construyan y se gestionen relaciones armónicas entre lo que es la producción agrícola, el agua y la energía, en una efectiva soberanía energética que no atente contra la soberanía alimentaria e hídrica; que permita realmente procesos de transformación energética, recuperando la energía como un derecho, no como una mercancía.

Esta armonización supone no usar la tierra, los cultivos y el agua, es decir, la generación de la energía hídrica o la generación de biocombustibles para alimentar las lógicas y demandas irracionales, que puede ser un negocio muy rentable para las empresas transnacionales y para muchos gobiernos que reproducen las lógicas extractivas, pero tiene un alto costo para los territorios y las sociedades, el costo del despojo. Las alternativas energéticas como la energía hídrica y la producción de biocombustibles, pueden ser alternativas cuando son a mediana y pequeña escala, dependiendo de los territorios y sus características, cuando como alternativa energética permite atender necesidades energéticas locales y se traduce en la mejora de las condiciones de vida de la sociedad. Es una falsa solución si solo busca fortalecer la lógica y el negocio energético transnacional.»

La publicación «Sociedad y energía – Construyendo la transición energética desde los pueblos y comunidades. Casos: Brasil, Perú y Bolivia» es resultado de los esfuerzos de las tres redes latinoamericanos Grupo de Trabajo Cambio Climático y Justicia (GTCCJ Bolivia), Fórum de Mudanças Climáticas e Justiça Socioambiental (FMCJS, Brasil) y Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC Perú) mediante el Grupo 3+1 (plus Misereor de Alemania).

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