Huertos Familiares

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Se sabe que los huertos familiares son muy importantes, además de su función productiva, el huerto urbano sirve para incrementar la calidad de vida de la población estableciendo una relación entre el medio urbano y el natural, y fomentando la biodiversidad y la conectividad ecológica de los hábitats que benefician el equilibrio de los ecosistemas.
Es por eso que el GTCCJ en las regionales de Cochabamba, Chuquisaca, La Paz y Santa Cruz, rescatan la importancia del mismo en los diferentes contextos, como una práctica alternativa para producir de forma sustentable y amigable al ambiente.
· Importancia de los Huertos familiares
Los huertos familiares tienen una gran importancia en el área urbana, periurbana y rural, ya que de éstos se obtienen una amplia diversidad de productos útiles para las familias y a nivel local desempeñan múltiples funciones.
Cultivar nuestros propios vegetales es una de las mejores maneras de asegurar el acceso inmediato a alimentos frescos, ricos en nutrientes, inocuos y libres de sustancias químicas para una alimentación sana. Tener un huerto familiar, además de ser el primer paso hacia una alimentación de calidad y aportar a procesos de seguridad alimentaria, contribuye a otras dimensiones que mejoran la calidad de la vida familiar.
Independientemente del número de plantas existentes en los huertos familiares y de sus características y dimensiones, la familia al establecer un manejo integral y completo de todos los componentes de estos agroecosistemas, permite que se conviertan en sistemas multifuncionales ecológica y económicamente sustentables.
Cuando se comienza a cultivar un huerto, ya sea en el campo o en la ciudad, se hace el contacto con la tierra y con las plantas; la preservación de valores, ambientales, culturales y estéticos. Pero además, también está la satisfacción de comer lo que uno mismo cultiva, y de redescubrir el auténtico sabor de los alimentos.
Los productos alimenticios o de condimento que se obtienen de los huertos familiares aportan en la satisfacción de necesidades básicas de la familia. Asimismo, la diversidad vegetal de estos sistemas provee de otros beneficios, como son plantas medicinales, plantas ceremoniales y ornamentales.
· Espacios para cultivar
En la mayoría de las ocasiones, el espacio es limitado y con el huerto, pero eso no debe desanimarnos ya que aunque sea poco lo que cultivemos será de calidad, sin restos de agroquímicos y con un sabor mucho más intenso que las hortalizas comerciales.
Como menciona Audrey Vargas, cooperante de ecotambo, entre los aportes sociales de crear huertos, está el generar espacios de encuentros y convivencia en comunidad entre los participantes. Hay muchas experiencias a nivel mundial, en áreas rurales obviamente, pero también urbanas y periurbanas, donde las familias han desarrollado estrategias de cultivo en huertos familiares, próximos a sus hogares, en espacios pequeños o más grandes de acuerdo a su disponibilidad.
Petrona Mamani, productora de Ecotambo, menciona que existen huertos de tercera edad; “huertos de ocio”, es por esto que Ecotambo considero la idea de tener un huerto en el que las personas de tercera edad trabajen y produzcan sus propias verduras ecológicas llamado “huerto de awichas”. Todo lo que se produce en el huerto es para sus comedores comunitarios y no están destinados para la comercialización.
Hacen de estos unos espacios sociales, lugares que se constituyen en oportunidades de contribuir a la economía familiar, a formas de convivencia, interaprendizaje, intercambio de saberes y de conocimiento de los ciclos de la naturaleza.
· Cultivar Alimentos sanos y orgánicos
Los alimentos que uno cultiva en su propio huerto, sobre todo si se hace de manera ecológica, estarán libres de residuos químicos derivados de la fumigación con diversos fitosanitarios.
Por otro lado, la gran mayoría de los alimentos que se pueden comprar en un supermercado provienen de una agricultura intensiva que pretende abaratar costes, reducir el ciclo del cultivo al máximo y poner en el mercado el producto antes que nadie para incrementar los márgenes comerciales.
Esto se traduce en la utilización de variedades muy seleccionadas para estos fines, en detrimento del valor nutricional y del sabor. Y es que, además de una genética poco favorable, al acelerar la producción, las hortalizas no disponen de tiempo para asimilar los nutrientes de forma óptima, y además, muchas veces se cosechan antes de que alcancen un buen grado de maduración, es por esto que se dice que se “conservan mejor”.
En cambio en un huerto orgánico todo va más lento, a su ritmo. Las plantas se toman su tiempo para crecer, fructificar y madurar. Las hortalizas crecen al sol y al aire, en unas condiciones naturales variables que se imprimirán en la calidad nutricional y en el sabor de los frutos o partes comestibles.
Un huerto orgánico te permite además tener acceso a una dieta variada, equilibrada y compuesta por alimentos orgánicos cuenta con múltiples beneficios que no solo contribuyen de forma positiva a nuestra salud, sino que, al ser cultivados por nosotros mismos y no utilizar químicos para su producción podemos fomentar el cuidado de nuestros suelos y biodiversidad.